Evolución, incertidumbre y un concierto de Suede en lunes

domingo, noviembre 02, 2025

A mediados de los 90 conseguí cierta independencia económica y una rutina que, sin grandes líos, me daba paz. Esa calma me atrapó en una zona cómoda: la estabilidad me protegía, pero a la vez me alejaba de los riesgos que ahora pienso que habría debido tomar. Hubo fiestas y noches que prometían más de lo que daban... y esa sensación de estar en marcha sin tener claro hacia dónde.

Mientras tanto, Suede empezaba a sonar. Cantaban para quienes suspirábamos por amores no correspondidos. “So Young”, “Stay Together”… himnos de juventud y búsqueda de identidad que, en aquel momento, eran capaces de representarnos.

Este texto es un doble homenaje: a la reafirmación de Suede y a la nuestra. No sé cómo acabará esta historia, pero la intuyo más honesta y más viva. Porque si algo nos ha sostenido en todo esto, ha sido la música.

¡Sigue leyendo! Lo que viene es el porqué de esa intuición... y la forma en que algunas canciones te empujan a moverte.

REINVENTARSE SOBRE LA MARCHA

Estrenamos 2013 y Suede reapareció tras un silencio largo. Fue el inicio de una nueva etapa, marcada por un riesgo parcialmente medido. En los doce años siguientes, no solo redefinieron su música: se atrevieron a transformarse dentro de esa misma reinvención, e incluso volver a sus orígenes musicales, a su manera.

De entre los grupos surgidos bajo el paraguas del Britpop, son de los pocos que han envejecido con dignidad. No se han refugiado en la nostalgia ni en giras de aniversario; han hecho algo más difícil: evolucionar. “Bloodsports” conecta con los noventa; “Night Thoughts” y “The Blue Hour” funcionan como ejercicios de estilo que miran hacia delante.

En “Autofiction” y “Antidepressants” siguen enfocados en el presente pero sin renegar de parte de su pasado. No cantan ya solo para adolescentes perdidos; cantan para nosotros, los mismos que suspirábamos entonces y que ahora suspiramos por otras cosas: estabilidad emocional, o un riff que nos recuerde que seguimos aquí.

Sus éxitos de los 90, hoy me podrían parecer ya superados. No por falta de calidad, sino porque Suede ha crecido, y nosotros con ellos. Lo que antes era pura provocación juvenil y transparencias, ahora lo han transformado en una profunda reflexión interna, como demostraron en “Night Thoughts”. Y ese giro... personalmente, me engancha.

LA TRILOGÍA MODERNA DE SUEDE

Cada etapa tiene su atmósfera propia, pero la esencia permanece: dramatismo y cierta elegancia; lo que cambia es la forma de decirlo. “Bloodsports” marcó el punto de partida; “Night Thoughts” y “The Blue Hour” nos sorprendieron; “Autofiction” devolvió la energía; “Antidepressants” lo afina todo. Hoy, con su décimo disco, Suede firma un álbum donde no sobra nada.

Capítulo I: Bloodsports (2013)

Tras más de una década en silencio, reaparecieron con Bloodsports, logrando una redefinición parcial, marcando el inicio de una madurez musical que nunca renunció al deseo —¡deseo que nos mantiene vivos!— como recordaba Harvey Keitel en La Juventud. Brett Anderson sigue desgastándose en cada verso con la misma pasión de siempre, ahora sostenida por una solvencia que solo dan los años.

El disco no busca contentar a los fans de los noventa, tampoco dejarlos de lado por completo: hay una producción que recupera a Ed Buller para dar forma a un sonido sin tanto dramatismo adolescente

“Barriers” es un estreno potente y directo. “Snowblind” brilla con su estribillo. Y “Sabotage”love is sabotage, canta Brett, con una mezcla de vulnerabilidad y clase que me encanta. 

"Strangers💙

Lo bueno de Bloodsports es que la mitad de sus canciones podrían funcionar perfectamente como cara A de singles. Personalmente, me flipa “It Starts and Ends With You”, en mi top 5 de la banda. Brett canta como quien ha vivido demasiado, pero aún tiene algo que perder. Y eso la hace extremadamente romántica.

Capítulo II: Night Thoughts (2016) | The Blue Hour (2018)

Con Night Thoughts y The Blue Hour, Suede dejaron atrás el formato clásico de canciones sueltas para construir atmósferas completas. Son discos que exigen escucharse de principio a fin, sin pausas, como una sola pieza musical. Brett pasó de icono maduro a narrador de historias.

En un disco tan perfectamente definido como Night Thoughts, elegir una favorita parece injusto. Arranca con “When You Are Young” y cierra con “The Fur & the Feathers”. Pero, de nuevo, está ese tema que te conquista absurdamente: “I Don’t Know How to Reach You”, en la misma línea emocional que “It Starts and Ends With You”. Otra más para mi playlist de ensoñadores sin remedio, donde últimamente Leiva ocupa un lugar destacado.

Sería un crimen no mencionar más canciones: “Outsiders” es pura fuerza. “Like Kids”la he cantado tantas veces. “What I’m Trying to Tell You” tiene esos coros noventeros que te hacen sonreír y recordar.

Veramente, la gira de presentación de NT fue toda una declaración escénica: la banda tocaba tras un telón semitransparente, que servía de pantalla para proyectar la película dirigida por Roger Sargent, creada como soporte para el nuevo disco. En BIME 2016 tuve la suerte de verlo. Al principio esperaba con impaciencia los viejos hits, pero a medida que avanzaba la actuación me di cuenta de algo: no echaba de menos el pasado, porque aquello era más grande y más honesto que la nostalgia. 

The Blue Hour comienza con una clara orientación teatral. “As One” descoloca. “Wastelands” recupera la majestuosidad de Night Thoughts. Sus canciones son más íntimas, como “Beyond The Outskirts”

“Life Is Golden” devuelve algo de luminosidad. El resto transcurre entre cuerdas y guitarras furtivas.

No hay estribillos fáciles: hay tensión y sutileza. Y más te vale llegar hasta el final, porque ahí te aguarda “Flytipping”: un regalo inesperado. Es la canción que exige el reconocimiento total al viaje que Suede ha trazado en este disco. Solo busca que entiendas que lo que han hecho es arte, puro arte.

Capítulo III: Autofiction (2022) | Antidepressants (2025)

En Autofiction y Antidepressants retornan al sonido directo, visceral y crudo. Brett canta como si cada verso fuera su última oportunidad para reivindicarse como el último gran cantante del Britpop, treinta y cinco años después.

Reconozco que Autofiction pasó desapercibido para mí. Un error. Su inicio es increíble: cuatro temas encadenados que ya son clásicos modernos. Con arreglos justos, logran ese tono directo que les caracteriza. 

Pero este disco no vino solo. Suede lo acompañó con un complemento visual y narrativo: Autofiction: "A Short Film", un cortometraje dirigido por Katie Lambert en colaboración con la banda. A través de sus dos protagonistas, el corto se adentra en el paso del tiempo, el miedo, el amor, la pérdida y la ansiedad, reflejando con sensibilidad los temas que atraviesan el álbum.

“She Still Leads Me On” invita a cantar con los brazos abiertos. Está en mi top 10. “15 Again” brilla con teclados, guitarra reconocible y el bajo juguetón de Mat Osman.

Pero si hay una canción que me ha hecho reencontrarme con los Suede de siempre, es “The Only Way I Can Love You”. Me ha permitido enamorarme y desenamorarme. La he reproducido más de cincuenta veces. Sé que será la última del concierto, así que, si estás a mi lado cuando suene, ¡que no te extrañe si me lio a repartir besos y abrazos sin vergüenza!

Termino con Antidepressants, continuación lógica y más definida de Autofiction. Explota las guitarras explícitamente, dándome la impresión de que, en directo, van a dar mucho juego temas como “Dancing With The Europeans”.

Como con NT, este LP puede escucharse del tirón, sin bajones. Más de media docena de hits seguros. “Disintegrate” te invita a darlo todo: ¡COME DOWN AND DISINTEGRATE WITH ME!

Sweet Kid”, “The Sound and the Summer” y —perdón— la jodida maravilla que es “Broken Music for Broken People”. A partir de ahí, se sigue confirmando la grandeza de la banda con: “Trance State” y “La Lluvia de Junio”.

UNA APUESTA CON POCO RIESGO Y MUCHA INCERTIDUMBRE

Tenemos la suerte de que la música no solo acompaña: ¡transforma! Cada estilo que descubrimos es como una vida nueva, una forma distinta de entendernos, de movernos. Hay discos que nos enseñan a mirar, otros que nos obligan a cerrar los ojos. Algunos nos tienden la mano cuando todo está jodido.

Y sí, el 16 de marzo de 2026 todavía queda muy lejos, pero la entrada ya está en mi bolsillo desde hace casi dos meses. Que caiga en lunes lo convierte en un reto: levantarme a las seis de la mañana al día siguiente, posibilidad de empalmar ese lunes con la resaca del vermú del domingo, y esa sensación de haberme jugado algo. A modo de apuesta, sabiendo todo eso y con la duda de si para entonces seguiré trabajando o si ya nos habrán dado la ¡patada consentida!

Es un doble acierto: si sigo trabajando, será como ganarle al conformismo; si no, será la excusa perfecta para estar allí, disfrutando con mis amigos, escuchando a Suede. Un win‑win, que dicen los nuevos entrepreneurs.

Y no penséis que cuando suenen “Metal Mickey” o “Trash” me voy a quedar impasible por todo este rollo que os he soltado sobre crecer y dejar atrás el pasado. Miraré para otro lado, me tragaré mis palabras y... ¡cantaré desafinando plenamente!

Porque esta historia es también una celebración. De que la evolución personal no tiene metas, sino un movimiento que no se detiene. Ya no tenemos edad para el conformismo ni para la falta de exigencia. Y por eso, cuando me preguntéis cómo estoy, y vosotras me permitáis algún momento de debilidad para aceptar vuestros mimos, mi respuesta será casi siempre la misma: ¿bien, no?

Al final, de eso trata este blog: del deseo que nos mantiene vivos, y de la música que lo acompaña.

¡Enjoy! 💙

Voy pasadísimo de vueltas escuchando la playlist y faltan todavía 5 meses...

Quizas te guste...

0 comentarios

Gracias por comentar.