Discográfia inconfesable, o lo que escuchabas de crío
jueves, abril 23, 2015Para quienes nacisteis a finales de los sesenta o principios de los setenta—en mi caso, en el glorioso 69—esta entrada quizá os despierte recuerdos que os hagan sonreír… o sonrojaros, según se mire.
Os pongo en antecedentes, la música llego a casa de mis padres de la mano de una cadena HIFI que recibimos como regalo mi hermana y yo. La llegada a casa del equipo de música fue una auténtica perdición, mis padres no sabían lo que se les venía encima, horas y horas enganchado, lo que tuvieron que pelear los pobres para separarme del equipo de música y conseguir que estudiara, no les sirvió de mucho, les salió un hijo bastante disperso con los estudios, una autentica pena.
Musicalmente, el ambiente familiar no era precisamente hippie. Nada de Beatles, Stones o Kinks rondando por ahí. Mis padres eran más de Los Brincos, Nino Bravo y artistas de esa corriente romántica y pop tan típica de la España de aquellos años.
Pero no solo eran mis padres los que influían en mis gustos, sino que mi hermana, dos años mayor que yo, era la que me mostraba el camino a seguir musicalmente hablando, aunque por suerte abandone pronto su influencia para descubrir nuevos estilos.
Os pongo en antecedentes, la música llego a casa de mis padres de la mano de una cadena HIFI que recibimos como regalo mi hermana y yo. La llegada a casa del equipo de música fue una auténtica perdición, mis padres no sabían lo que se les venía encima, horas y horas enganchado, lo que tuvieron que pelear los pobres para separarme del equipo de música y conseguir que estudiara, no les sirvió de mucho, les salió un hijo bastante disperso con los estudios, una autentica pena.
Musicalmente, el ambiente familiar no era precisamente hippie. Nada de Beatles, Stones o Kinks rondando por ahí. Mis padres eran más de Los Brincos, Nino Bravo y artistas de esa corriente romántica y pop tan típica de la España de aquellos años.
Pero no solo eran mis padres los que influían en mis gustos, sino que mi hermana, dos años mayor que yo, era la que me mostraba el camino a seguir musicalmente hablando, aunque por suerte abandone pronto su influencia para descubrir nuevos estilos.
"INFLUENCIAS SONROJANTES DE UNA HERMANA"
Podéis haceros a la idea: ¿qué podía escuchar una chica de doce años en el 79?... venga, es muy sencilla la respuesta: “Súper, Superman don´t you understand we love you”. ¡Sí, nenas! Era Miguelito Bosé en plena explosión pop.Confieso que nunca tragué del todo la imagen que proyectaba Bosé. No sé si era por su pinta de guaperas o por el simple hecho de que a mi hermana —y a todas las hermanas de la época— les volvía locas. Eso bastaba para que yo desarrollara una especie de aversión automática. Nada personal, hermanita, ya sabes cómo va la cosa: típico pique entre hermanos.
Aun con tanto rencor en mi interior hacia el pipiolo, me sabía la letra de Superman, pero he de confesaros que la que realmente me ponía era “Don Diablo”.
Pero el calvario no consistía solo en tener que aguantar a Miguel Bose, había también por ahí una pareja de Gigolos que os volvían locas: Pedro Marín e Iván. Recuerdo los viajes en coche con la familia en los que la cinta de Pedro Marín siempre era la elegida, la pobre estaba super desgastada de tanto escucharla, santa paciencia la de mis padres.
El primer éxito de Pedro fue “Que No”, aunque yo era más de “Aire” (soy como el aire…), no disimuléis, ¡os sabéis el estribillo¡.
Otro personaje que llamaba la atención en aquellos años era Iván, el de “Sin Amor”. A este sí que no lo tragaba. Rubio, guaperas… en fin, reconozco que lo mío era pura envidia. No me habléis de la canción: “horrible de la muerte”, como diría cualquier preadolescente con criterio dudoso. Al menos el “Superman” de Bosé tenía su rollito vacilón. “Fotonovela” mejoro a sus predecesoras, me medio gustaba, pero mi simpatía hacia su música era nula incluso con su mejora sonora.
“El Puma”, todos le conocéis, José Luis Rodríguez, cantante Venezolano, a primeros de los ochenta triunfo con su conocido "Pavo Real", ¡viva la numerasión¡
Tipo apretado donde los haya y con un cardado brutal. La verdad es que he de reconocer que me gustaba la canción, no entendía muy bien lo que quería decir, bueno sí, lo del “Chévere, cun chévere, cun chévere Cun chévere” lo tenía claro, mis once años no daban más de sí intelectualmente hablando, ¿pero el resto…?
…no era capaz de descifrarlo, jajaja, que pavo.
“Lio”, cantante Portuguesa, típico One Hit Wonder, su verdadero nombre es Wanda María Ribeiro Furtado Tavares de Vasconcelos, afincada en Bélgica, imagino que por eso cantaba en francés.
El single tenía dos temas que resonaban en la radio y en los platos giradiscos, pero “Banana Split” se llevaba la palma. Eso sí, a mis tiernos 10 o 11 añitos, la letra me parecía simplemente divertida—y un poco extraña. El doble sentido pasaba completamente desapercibido. Igual que con las canciones de El Puma, que se colaban en casa sin que yo entendiera del todo por qué el hombre cantaba con tanto sentimiento... ni qué tipo de amor estaba realmente invocando.
"Pino D’Angio", este sí, lo ponían a todas horas en la radio, en la TV, es del único single del que soy consciente que realmente lo quería en mi discoteca personal.
¡Ah, Pino D’Angiò! Ese sí que era un personaje. “Ma Quale Idea” —o “Qué idea”, como nos lo sirvieron en español— se convirtió en uno de esos temas que, sin saber cómo, se te quedaban pegados. El ritmo funk, la línea de bajo juguetona, ese recitado con acento que parecía entre seductor y fanfarrón… ¡era irresistible!
Aun con tanto rencor en mi interior hacia el pipiolo, me sabía la letra de Superman, pero he de confesaros que la que realmente me ponía era “Don Diablo”.
Pero el calvario no consistía solo en tener que aguantar a Miguel Bose, había también por ahí una pareja de Gigolos que os volvían locas: Pedro Marín e Iván. Recuerdo los viajes en coche con la familia en los que la cinta de Pedro Marín siempre era la elegida, la pobre estaba super desgastada de tanto escucharla, santa paciencia la de mis padres.
El primer éxito de Pedro fue “Que No”, aunque yo era más de “Aire” (soy como el aire…), no disimuléis, ¡os sabéis el estribillo¡.
Otro personaje que llamaba la atención en aquellos años era Iván, el de “Sin Amor”. A este sí que no lo tragaba. Rubio, guaperas… en fin, reconozco que lo mío era pura envidia. No me habléis de la canción: “horrible de la muerte”, como diría cualquier preadolescente con criterio dudoso. Al menos el “Superman” de Bosé tenía su rollito vacilón. “Fotonovela” mejoro a sus predecesoras, me medio gustaba, pero mi simpatía hacia su música era nula incluso con su mejora sonora.
"LO QUE ME GUSTABA, SIN INFLUENCIAS EXTERNAS"
Hasta ahora he ido echando balones fuera, culpando a mi hermana por los deslices musicales de mi infancia. Pero ha llegado el momento de confesar: mis devaneos musicales tienen autoría propia. Bueno... más o menos.
No sé ni cómo ni por qué, pero mi discoteca personal de singles en aquella época era un espectáculo. Una colección amplia, sí, pero también “vergonzante” en muchos casos. ¿Los compraba yo? ¿Los traía mi madre por encargo mío? La memoria se me escapa entre vinilos y envoltorios de plástico, pero si tuviera que apostar, diría que era lo segundo. Era ella quien sufría mis caprichos musicales sin juzgar —aunque igual alguna vez se lo pensó.
“El Puma”, todos le conocéis, José Luis Rodríguez, cantante Venezolano, a primeros de los ochenta triunfo con su conocido "Pavo Real", ¡viva la numerasión¡
"Una ganga en casamiento.
Mi vecina la menor
es mas pura que un convento
es mas pura que un convento
y por eso yo le advierto
no me la venga a tantear.
No me le venga a tantear
no es radio en demostración
ni instrumento de tocar"
Mi vecina la menor
es mas pura que un convento
es mas pura que un convento
y por eso yo le advierto
no me la venga a tantear.
No me le venga a tantear
no es radio en demostración
ni instrumento de tocar"
…no era capaz de descifrarlo, jajaja, que pavo.
“Lio”, cantante Portuguesa, típico One Hit Wonder, su verdadero nombre es Wanda María Ribeiro Furtado Tavares de Vasconcelos, afincada en Bélgica, imagino que por eso cantaba en francés.
El single tenía dos temas que resonaban en la radio y en los platos giradiscos, pero “Banana Split” se llevaba la palma. Eso sí, a mis tiernos 10 o 11 añitos, la letra me parecía simplemente divertida—y un poco extraña. El doble sentido pasaba completamente desapercibido. Igual que con las canciones de El Puma, que se colaban en casa sin que yo entendiera del todo por qué el hombre cantaba con tanto sentimiento... ni qué tipo de amor estaba realmente invocando.
"Pino D’Angio", este sí, lo ponían a todas horas en la radio, en la TV, es del único single del que soy consciente que realmente lo quería en mi discoteca personal.
Con sus pintas de italiano castigador, parecía sacado de un anuncio de colonia, versión disco setentero. Y sí, en ese “spoken funk” había algo que anticipaba el rap con acento mediterráneo. Lo suyo era más postureo que flow, pero ¡eh!, era simpático y rompía moldes. Un precursor del Rap Italiano... ¡quién nos lo iba a decir!
Vamos, sed valientes: todos tenemos ese disco inconfesable que escondíamos detrás de una carátula más "respetable". Quizás uno de Locomía, algún recopilatorio de Los Pitufos, o ese single de Rick Astley que cantabas con convicción aunque fingieras odio absoluto. No hay juicio, solo amor vinílico.
Enjoy.
La lista de éxitos de aquella época daba para llenar discotecas enteras de purpurina y coreografías imposibles. Podría seguir mencionando nombres sin fin: Boney M, ABBA, Village People, Baccara, Leif Garrett… ¡por Dios bendito!
Cada uno con su estilo característico, entre el pop más empalagoso y el funk más bailable, configuraban el paisaje musical que reinaba en radios, fiestas y salones familiares. Era una avalancha de hits con estribillos pegajosos que, nos guste o no, marcaron una época.
"REFLEXIÓN DE ÚLTIMA HORA Y REMATE"
Después de este revival emocional, toca reflexionar. Porque, admitámoslo: por mucho que nos hayamos burlado de aquellas canciones, con los años las hemos terminado abrazando. Algunas incluso las cantamos sin pudor, con una sonrisa cómplice… y sin una gota de vergüenza.
Imagina la escena: ya no tienes diez años, han pasado más de treinta. Es la una de la mañana en un pub cargado de luces tenues. Esa hora absurda en la que uno canta lo que le pongan, sin necesidad de haber apurado ningún “licor espirituoso”. El DJ pincha Pavo Real… ¿sales corriendo? ¡Ni de broma! Te arrancas con el estribillo como si te fuera la vida en ello, moviendo el cuerpo con más entusiasmo que ritmo. Es imposible esconderse cuando lo hortera se vuelve himno.
Y cuando aún estás recuperando el aliento, suena ¡Libre! del grandioso Nino Bravo. Y ahí la cosa se pone seria: porque ese tono, ese poder vocal… esa sí que es dura de seguir sin despeinarse. Pero se intenta. Todos lo intentamos. Se canta con el alma y con lo que queda de garganta.
Y para cerrar el lote, suena la joya melancólica: ¿Por qué te vas?... ¿De quién? ¡De Jeanette, claro! Ella no podía faltar en esta pequeña historieta sonora que, sin quererlo, acabó convirtiéndose en la banda sonora de una generación.
La Revival-Session toca a su fin, pero lo que queda flotando en el ambiente es esa sonrisa enorme que se nos ha colado en la cara sin permiso. Hemos disfrutado como auténticos cabron@s, entregados a la causa sonora, coreando hits con más emoción que técnica. Y lo decimos sin rubor: ni el temazo más moderno puede igualar lo que sentimos al desgañitarnos con nuestro “Pavo Real” particular.
Y antes de apagar el tocadiscos mental, merecen su lugar de honor los auténticos rebeldes con ritmo: Tequila. Ese cuarteto hispano-argentino con pinta descarada, espíritu garage y talento para fabricar himnos juveniles. Alejo y Ariel, capitanes del grito generacional, nos regalaron temazos inmortales, y ninguno grita con más fuerza que: ¡ME VUELVO LOCO!
Vamos, sed valientes: todos tenemos ese disco inconfesable que escondíamos detrás de una carátula más "respetable". Quizás uno de Locomía, algún recopilatorio de Los Pitufos, o ese single de Rick Astley que cantabas con convicción aunque fingieras odio absoluto. No hay juicio, solo amor vinílico.
Enjoy.




2 comentarios
Muy bueno. Echo de menos a Los Pecos y a Camilo Sexto. Mis primas los idoltraban y ...! que leches! a mí también me gustaban.
ResponderEliminarBien, Juan, veo que confiesas tus gustos musicales. Los Pecos y Camilo no tienen nada que ver con MUSE, menuda "metalmorfosis".
ResponderEliminarGracias por comentar.