Hooked on a Feeling gana a Sueño y Malaleche

jueves, mayo 28, 2015



Suena el despertador de mi móvil. Primer pensamiento del día: lo aplastaría contra la pared si no fuera por la pasta que me costó el caprichito. Ahora entiendo por qué pagué tanto por mi smartphone...
Saco una mano y lo apago antes de que cometa una locura de la que me arrepienta. Siento la cama abrazándome como una dulce amante y también siento el calor humano generado y acumulado durante las horas nocturnas. Ecosistema de confort personal que solo sabe valorar uno de verdad en esos instantes...

Venga, unos minutos más, solamente para ir haciéndome a la idea... Basta! Rechazo mi segundo pensamiento del día. Es absurdo estirar más esta tortura.
Me levanto huraño, con mucha pereza y sueño. Voy zombie hacia la cocina a preparar un café s.o.s mientras maldigo al listo que inventó el trabajo y el madrugar. Las mezclas no son buenas y ésta sin duda se lleva la palma. Lucho contra esa negatividad que no va conmigo, pero la mala leche y el sueño son enemigos muy duros de roer.


Sigo autómata mi rutina matinal. Tiro para el baño que la naturaleza me llama. Termino de hablar con ella y me ducho. Casi estoy ya despejándome, el sueño parece querer firmar una digna rendición por ahora para hacerse fuerte y atacar por la tarde, cuando mis defensas estén reposando la comida. Ahí sabe que tiene una nueva oportunidad de ganarme el muy ladino.


Quien no acaba de tirar la toalla es Malaleche. Tiene muchos recursos y sabe usarlos filtrando pensamientos en mi cabeza: pero qué careto tienes hoy, otra vez lloviendo, ahora qué le pasa a esta lentilla que ya la he limpiado cuatro veces y me sigue molestando, qué me pongo que me da igual, no queda zumo ni casi mantequilla, por qué me acostaría ayer tan tarde otra vez... Malaleche me quita las ganas de hablar y me pone unas crueles gafas grises de todo lo veo fatal. No sé cómo voy a sacármela de encima, es como una garrapata clavada en mi cerebro con sus afiladas y frías uñas hundidas entre mis débiles neuronas.


Opto por permitirla que se acomode, que se crea que ya soy todo suyo y así quizá me deje de fastidiar un rato. Tampoco tengo tantas fuerzas a estas horas para ganarle en un cuerpo a cuerpo. Al fin y al cabo las guerras se hacen y se ganan con estrategias, no?. Además, tengo que seguir con mis rutinas porque también el tiempo corre en mi contra y si tardo en llegar al curro tendré entonces que salir más tarde y Malaleche lo usará mañana contra mí como otra magnífica arma más de su potente y variado arsenal.
Ahí decido que voy a vestirme y a desayunar, ya iré viendo más tarde como remontar la mañana.

Pero en ese preciso momento, de repente, sin saber en realidad qué lo ha provocado, motivado o sugerido, qué sonido, olor, color o movimiento externo lo ha atraído o invocado hasta mí, sin ser en absoluto consciente de ello, mi boca se entreabre, el aire sale rítmicamente hacia afuera y mis oídos escuchan mi propia voz que se arranca en tono bajo con los primeros compases del Hooked on a Feeling de los Blue SwedeOuga Chaka, Ouga OugaOuga Chaka... Tras unos momentos de automático canturreo, caigo en la cuenta y noto que desde dentro de mi cabeza empieza a surgir un pequeño pero fuerte sentimiento positivo que va creciendo y al mismo tiempo va disolviendo las agudas uñas que "Malaleche" tenía hincadas en mis sesos. Y un instante después, barre de un plumazo lo que queda del cuerpo de Malaleche mientras que yo ya llego  crecido y entregado al estribillo: ¡ i'm Hooked on a Feeling !, High on believin', that you are in love with meeeeeeeee...


Iñaki Seguin. 



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